El papel histórico de los barbitúricos en las "curas de sueño" de los trastornos psicóticos y maníacos

  1. F. López-Muñoz 1
  2. C. Alamo 1
  3. R. Ucha-Udabe 2
  4. E. Cuenca 1
  1. 1 Universidad de Alcalá, Departamento de Farmacología
  2. 2 Universidad Nacional de Buenos Aires
Revista:
Psiquiatría biológica: Publicación oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica

ISSN: 1134-5934

Año de publicación: 2004

Volumen: 11

Número: 6

Páginas: 242-251

Tipo: Artículo

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Resumen

La introducción clínica de los barbitúricos en 1904, gracias a los trabajos de Von Mering y Fischer, supuso el inicio de una nueva era en el abordaje farmacológico de diferentes trastornos psiquiátricos. En el presente trabajo, se analiza el empleo de estos fármacos durante el primer tercio del siglo xx en pacientes esquizofrénicos y maníacos, en el marco de las denominadas "curas de sueño", auténtico precedente de las grandes terapias biológicas en psiquiatría. Estas terapias de sueño prolongado consistían en la inducción de un estado de narcolepsia continua durante más de 20 h diarias y 2 semanas consecutivas. Su introducción clínica, mediante el uso de barbitúricos, está asociada históricamente a Jakob Klaesi y a la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Zurich (Burghölzli, Suiza), donde se aplicaron por primera vez en 1920. En este trabajo se describen los métodos de aplicación de estas técnicas (Dauerschlaf, Dauernarkose) y la experiencia acumulada por distintos autores en Burghölzli (Klaesi, Cloetta, Maier, Boss, Monnier) y en otros centros, tanto con Somnifen® (1920), una mezcla de ácido dietil y dipropenilbarbitúrico y dietilamina comercializada por la firma suiza Hoffmann-La Roche, como con Cloettal® (1934), un preparado que incluía, entre otras sustancias, ácido isopropilalilbarbitúrico. Las curas de sueño fueron los únicos tratamientos de cierta eficacia terapéutica disponibles en esa época para el abordaje de los trastornos psiquiátricos agudos, aunque a finales de la década de los treinta su uso comenzó a declinar, debido a problemas de seguridad, con una considerable tasa de mortalidad, al conocimiento de los fenómenos de dependencia de los barbitúricos y a la paulatina introducción clínica de otras nuevas terapias biológicas para el tratamiento de la esquizofrenia.