La importancia del género en la historia de la atención al partola incorporación de los hombres a la profesión de matrona en España

  1. Dolores Ruiz-Berdún 1
  2. Rosario Martín-Alcaide 1
  1. 1 Universidad de Alcalá
    info

    Universidad de Alcalá

    Alcalá de Henares, España

    ROR https://ror.org/04pmn0e78

Revista:
Llull: Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas

ISSN: 0210-8615

Año de publicación: 2018

Volumen: 41

Número: 85

Páginas: 191-216

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Llull: Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas

Resumen

Históricamente, embarazo, parto y nacimiento han sido cuestiones íntimamente relacionadas con los roles de género. Eran mujeres las encargadas de asistir a otras durante sus partos. Pero a partir del siglo xviii los hombres quisieron tener un papel más activo en los nacimientos, especialmente en los casos de mujeres que pertenecían a las clases altas de la sociedad. Inicialmente fueron los cirujanos los interesados en monopolizar la asistencia al embarazo y el parto. De esta forma, en el siglo xix se generalizó el debate sobre cuál de los dos profesionales, la matrona o el médico, era el más adecuado para atender partos. En este mismo siglo, los practicantes también quisieron acceder a este campo profesional, aunque inicialmente sin éxito. Con el paso del tiempo, los practicantes consiguieron sus objetivos, pero con la condición de tener una formación adecuada y desarrollar su labor en ciudades de menos de diez mil habitantes. Pero ¿quiénes fueron los primeros hombres que obtuvieron el título de matrona? Esta investigación proporciona nueva información relativa a la incorporación dificultosa y gradual de hombres a la profesión de matrona en España durante el siglo xx y hasta nuestros días.

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y sexto, en los que el autor realiza su exposición personal de dos temas, la polémi-ca y el exilio, bien estudiados por él mismo y por otros autores, quedando por comentar los capítulos cuarto (“Influencia del Ateneo de Madrid en el renacer de la ciencia española”) y quinto (“La Junta para la Ampliación de Estudios”). Aun-que el título corto de la obra que comento, La Ciencia española entre la polémica y el exilio, se mantiene en todas las ediciones, la prolongación cambia: en la de 2016 se ha puesto dentro de la evolución de la Ciencia europea, donde en las ediciones iniciales ponía pasando por el Ateneo de Madrid y la Junta para la Ampliación de Estudios (en la portada interior, no en la cubierta). Quizás la mención a Europa tenga más atractivo desde el punto de vista editorial, sin dejar de reconocer que desde el siglo XVII la ciencia española está referida a la europea en términos de emulación y alcance; pero me parece que la parte final del título largo en la versión original caracteriza mejor a esta obra que voy analizando por capas concéntricas. En efecto, en los capítulos cuarto y quinto se encuentra el núcleo del libro, siendo el corazón de la almendra el capítulo referido al Ateneo de Madrid, institución señera de la que el autor fue Socio Bibliotecario. Del capítulo quinto cabe decir lo ya comentado para el tercero y sexto, pero el capítulo cuarto es una aportación del autor muy personal y original, como señala E. L. Ortiz en el prólogo: