La embajada Marglianiencuentros y desencuentros entre el Imperio Otomano y España en la época de Felipe II (1578-1581)

  1. TEJADA CARRASCO, CRISTINA
Dirigida per:
  1. José E. Sola Castaño Director/a

Universitat de defensa: Universidad de Alcalá

Fecha de defensa: 07 de de juliol de 2017

Tribunal:
  1. Miguel Ángel de Bunes Ibarra President/a
  2. Alfredo Pablo Floristán Imízcoz Secretari
  3. Emrah Safa Gürkan Vocal

Tipus: Tesi

Teseo: 535433 DIALNET lock_openTESEO editor

Resum

Dentro de la diplomacia extraoficial filipina, la embajada Margliani despunta por la sublimación de las anteriores formas de contacto entre la Monarquía Hispánica y el Imperio Otomano, así como por su unicidad dentro de ellas. Surge dentro de la primera red de inteligencia hispana organizada en la capital estambulita, los Occulti, y enlaza con previas tentativas de sabotaje al Infiel, constantes clichés de la política mediterránea de los Austrias, como la quema del arsenal turco por Martín de Acuña o la vuelta de Argel al bando cristiano y su alzamiento contra la Berbería otomana con la intermediación de Bartolomeo Brutti y el protagonismo de Mehmed Bey. La misma embajada Margliani está plagada de conexiones con este encubierto mundo, verbigracia por medio de la utilización o convivencia de múltiples personajes provenientes de él, como el propio Brutti, Anibale Prototico, Antonio de Chávarri, Mustafá Genovés o Virgilio Polidori. También el protagonista lo personifica, siendo en principio un cruzado que manifiesta su oposición a firmar una tregua con el Gran Señor cuando se le envía a negociar, pasando, en el proceso de esas negociaciones, a falsificar sus credenciales de embajador o a alterar el primer temessük o pacto establecido con Mehmed Sokollu Pa¿a, para terminar defendiendo, terminada ya su legación, al principal representante de ese mundo y largamente sospechoso de dobles lealtades, Aurelio di Santa Croce, reivindicación que indica la conversión de Giovanni Margliani en un ¿occulto¿ y la renuncia a cualquier tipo de convenio oficial con la Sublime Puerta. La especificidad, en cambio, de la embajada Margliani viene marcada tanto por los acuerdos que suscribe con Sokollu, ¿emsi Ahmet Pa¿a y Kanijeli Siyavu¿ Pa¿a como por las cesiones que de la parte turca y la hispana se hacen en los postulados considerados por ambas como irrenunciables para tratar de construir una paz aceptable para sus respectivos honores y su lucha por la hegemonía del Ak Deniz. Así, los otomanos acaban transigiendo con la rúbrica de estos laxos pactos o, en 1581, con la denominación preferente de Felipe II como padi¿ah y la extensión de la tregua a los corsarios, mientras que los hispanos acaban, pese a sus reticencias, conduciendo el ceremonial regalo destinado a Murad III hasta Constantinopla, y el virrey Zúñiga llega a autorizar a Margliani a sostener una audiencia con el sultán, aunque fuera terminada su embajada y a título de particular, no como representante del Rey Católico. Las coincidencias y divergencias de la misión y tratos del milanés Margliani en Estambul respecto del resto de las relaciones hispano-otomanas se ejemplifican mejor que en ningún otro aspecto en su condición de espía-embajador. En este sentido, enaltece los avisos de los precedentes agentes filipinos y demuestra un conocimiento del mundo turco mucho más profundo, en la línea de lo que solían simbolizar los embajadores residentes de la época moderna. De esta forma, dibuja a un Mehmed Sokollu Pa¿a poliédrico, con buen humor y talante en muchas ocasiones, un hombre sabio y prudente aunque exigente y ocasionalmente colérico. Describe asimismo magistralmente las estrategias de propaganda de la cúpula otomana para infundir ánimo a los soldados que marchan a la guerra con los safávidas.